Carlos, egresado de la UDEP y gerente general de Llorente y Cuenca (LLYC) en Ecuador, habla sobre los retos generados por el COVID-19 para la comunicación del siglo XXI y plantea cómo afrontarlos.
Por Elena Belletich Ruiz. 10 julio, 2020.Egresó en 1998, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura. Desde entonces, labora en la consultora internacional LLYC, Llorente y Cuenca, especializada en comunicación, gestión de la reputación y asuntos públicos. Inició como becario, siguiendo toda la línea de carrera de la compañía, hasta convertirse en el actual gerente general de LLYC en Ecuador.
La semana pasada, Carlos dirigió el seminario en línea “La relevancia del comunicador hoy, aún más que antes”, a estudiantes y egresados de la UDEP, organizado por la oficina Alumni, de esta casa de estudios. Respecto a la crisis que atraviesa el mundo, debido al coronavirus, Carlos Llanos comentó que nos encontramos ante “un desastre que afecta a todo el planeta de forma conjunta, algo que ningún evento de origen natural ha hecho nunca, sobre todo, porque los estragos que está causando en la vida de las personas siguen prolongándose indefinidamente”.
“Es como estar en el ojo de un huracán que nadie previó a pesar de su categoría. Es como estar ciegos sin saber hasta cuándo, e intentando entender en paralelo que, en su arrastre, las cosas alrededor no volverán a ser lo que fueron”, comenta el comunicador.
Refiere que las industrias y los negocios “están dentro del huracán, afrontando retos a diario, buscando la mejor manera de mantenerse en pie ante sus enormes vientos. Los líderes son conscientes de que estamos en el turning point de esta gran sacudida, y en medio de ella, tratan de hallar oportunidades y soluciones”.
En esta situación, Carlos Llanos, también especialista en Marketing y Gestión Comercial, señala que la “calamidad obliga a las organizaciones a discernir entre lo sustancial y lo apremiante e, incluso, a cuestionar lo aprendido, los modelos de negocio y hasta los propósitos corporativos o las propuestas de valor de marca, para acoplarse a lo que hoy se denomina The New Normal o la Nueva Normalidad”.
De hecho, dice “la velocidad del vendaval aceleró algunas tendencias ya detectadas antes del COVID-19, y hoy influyen o determinan el escenario. A quienes las tuvieron identificadas, les encontró en mejores condiciones”, comentó.
Del storytelling al storydoing
Sus 20 años de experiencia, en distintos niveles de la empresa LLYC, y en diversos países, le confirman que en este momento “la comunicación es aún más relevante que antes, pues existe un escepticismo latente en cada uno de los ciudadanos, un deterioro de la confianza en sus instituciones y empresas, e incluso en sus líderes”.
Asimismo, indica que, en este contexto, “las personas, empoderadas por la tecnología, acceden a la información, crean opinión, se organizan en grupos y redes, conversan. Dejaron de ser sujetos pasivos de la comunicación corporativa o política”.
Agrega que, a partir de allí, más allá de los ciudadanos, se pueden identificar los territorios de sus conversaciones y las comunidades que crean unidos por sus intereses. “Entonces, se trata de formar parte de ellos para poder transmitir e influir. ¿De qué manera? Dejando atrás el tradicional storytelling unidireccional para adoptar nuevas formas y experiencias de interacción con los grupos de interés basadas en el storydoing”.
Carlos dice que el desafío actual va mucho más allá de tener notoriedad, de captar la atención puntual durante un tiempo. “Se busca notabilidad entre los ciudadanos, asentar nuestra reputación y que ella respalde nuestra narrativa. Es necesario que lo que decimos se sustente en hechos. Nuestra profesión, hasta hace un tiempo instalada en el plano de contar, debe introducirse en el plano de lo factual. Los nuevos ciudadanos demandan una comunicación con sentido ético, basada en la verdad y en la hipertransparencia, más aún en medio de este contexto tan volátil, incierto, complejo y ambiguo”.
Retos para las facultades de Comunicación
Carlos Llanos señala que entre los nuevos desafíos de las facultades de Comunicación está incorporar el uso del Big Data. “Este es un terreno fértil para los comunicadores y una oportunidad única para que las empresas mejoren su posicionamiento y reputación e impulsen la generación de conocimiento en el diseño de estrategias de comunicación”.
Indica, asimismo, que esta disciplina “debe impregnar las estrategias de comunicación, como lo está haciendo en las decisiones de negocio (business intelligence), la Medicina o el análisis del comportamiento del consumidor. Una interpretación de los datos en clave comunicativa permitirá a las empresas ganar flexibilidad, competitividad y adaptarse mejor a las necesidades de todos sus públicos de interés”.
Agregó que en las facultades de Comunicación debe incorporarse la revisión de analítica y predictibilidad sobre el big data para el diseño de estrategias de gestión reputacional, por ejemplo.
En cuanto a la Facultad de Comunicación de la UDEP, refiriéndose a la formación recibida en ella, destacó la importancia y utilidad del estudio de las Humanidades en la formación académica. “Considero que es lo que, finalmente ,trasciende en la persona por su relación directa con el criterio y la capacidad de reflexión. Durante mi ejercicio profesional, han sido vitales al momento de comprender y abordar cuestiones esenciales relacionadas con el comportamiento humano”.